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La nueva geoeconomía

Si la autoridad sobre las políticas nacionales se cede a organismos supranacionales, estos deben responder a preocupaciones democráticas

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JOSEPH E. STIGLITZ

16 ENE 2016 

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El año pasado fue memorable para la economía mundial. No solo el rendimiento global fue decepcionante; el sistema económico en general ha sufrido cambios profundos —para bien y para mal—. El más notable fue el acuerdo contra el cambio climático alcanzado en París el mes pasado. Por sí solo, el pacto está lejos de ser suficiente para limitar el calentamiento global a dos grados centígrados sobre los niveles preindustriales. Pero ha servido para advertir a todo el mundo que el planeta está moviéndose de forma inexorable hacia una economía verde. Un día no muy lejano, los combustibles fósiles serán en gran medida una cosa del pasado, así que el que invierte hoy en carbón lo hace por su cuenta y riesgo. Con más inversiones verdes saliendo a la palestra, sus financiadores (esperamos) contrarrestarán la presión de la industria del carbón, dispuesta a poner en riesgo nuestro mundo en beneficio de sus miopes intereses.

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